En julio, el dólar oficial tuvo su mayor salto desde la devaluación de diciembre: un 14% de suba que tomó por sorpresa al mercado. Sin embargo, la inflación minorista se mantuvo contenida, con registros que oscilaron entre el 1,7% y el 2%, según estimaciones privadas. Esta disociación inesperada ofrece un respiro para el Gobierno de Javier Milei, que busca consolidar su programa de estabilización.
El fenómeno rompe, al menos por ahora, el vínculo clásico entre tipo de cambio e inflación. La consultora C&T registró un aumento del 1,9% para el Gran Buenos Aires, lo que redujo la inflación interanual de 38,8% a 35,5%.
Para Camilo Tiscornia, director de C&T, esta “anomalía” se explica por un ajuste fiscal y monetario que limita el margen de maniobra de las empresas: «Los precios ya no se ajustan automáticamente por el dólar, sino que responden a la realidad del mercado, donde no hay espacio para subas fuertes sin perder ventas».
Rocío Bisang, economista de EcoGo, coincide: «Los bajos salarios por el lado de la demanda, y la mayor competencia por la apertura de importaciones, obligan a nivelar para abajo. Eso limita el pass-through».
Desde LCG, Melisa Sala sostuvo que «la inflación núcleo aún no incorpora el salto del tipo de cambio», y que muchas empresas prefieren recortar márgenes antes que trasladar la suba a precios. El índice estimado por la consultora también ronda el 1,8% para julio.
Agosto, la gran incógnita
Aunque julio ofreció una tregua, agosto se presenta como un mes clave para evaluar si este divorcio entre dólar e inflación fue coyuntural o si anticipa una nueva dinámica. Claudio Caprarulo, director de Analytica, explicó que hasta ahora la compresión de márgenes mantuvo a raya la inflación, pero advirtió: «Si el dólar sigue subiendo y la demanda no repunta, esa presión puede acumularse».
Tiscornia también encendió una alerta: «La volatilidad cambiaria puede reactivar el pass through. Agosto suele ser tranquilo, pero si continúa la tensión, los precios lo podrían reflejar».
Bisang, en tanto, remarcó que el panorama aún es incierto: «Todo dependerá de cómo evolucione la situación. Si se debilitan las expectativas, la desinflación podría entrar en pausa».
Desde Equilibra, Lorenzo Sigaut Gravina estimó una inflación del 2% para julio, pero anticipó que el traslado a precios podría hacerse sentir en agosto. Eugenio Marí, de la Fundación Libertad y Progreso, también pidió cautela: “Aunque el IPC volvió a quedar por debajo del 2%, la suba del tipo de cambio refleja presiones que, si no se corrigen, se notarán en otras variables”.
Un alivio frágil en medio del ajuste
Para el equipo económico de Javier Milei, el dato de inflación de julio puede leerse como una victoria táctica en medio del esfuerzo por sostener el ancla fiscal. Sin embargo, nadie en el Gobierno da por cerrada la batalla contra los precios. El mercado mira con atención qué ocurrirá en agosto, cuando el efecto dólar comience a sentirse en una economía aún en recesión.