Un nuevo estudio concluye que la enfermedad previa por las variantes del coronavirus Alfa, Beta y Delta protege más al organismo, que la provocada por la variante identificada en Sudáfrica
El 24 de noviembre último, el mundo comenzó a conocer qué es Ómicron, la nueva variante del coronavirus que fue registrada por primera vez en Sudáfrica. Apenas 48 horas después la Organización Mundial de la Salud (OMS), la caracterizó como variante de preocupación directamente, sin ahorrarse tiempo en posicionarla como variante de interés, debido a la gran cantidad de mutaciones que tenía respecto al virus original surgido en Wuhan, China, hace dos años.
Esta designación como “variante de preocupación” ha sido utilizada solo para cuatro variantes anteriores (Alfa, Beta, Gamma, Delta) entre miles de variantes observadas en la evolución del SARS-CoV-2.
Desde entonces, la comunidad científica mundial ha estudiado por qué esta variante con múltiples mutaciones se convirtió en la predominante en más de 180 países e intentan develar las todavía muchas incógnitas que esta variante tiene y qué peligro real representa.
Un estudio científico desarrollado en Qatar aportó datos claros de por qué esta variante tiene una explosión de contagios repetida en muchas personas que habían contraído la enfermedad pocos meses antes. Y concluye que las infecciones previas provocadas por las variantes Alfa, Beta y Delta protegen más frente a la reinfección que las causadas por Ómicron.
¿Durante cuánto tiempo estamos protegidos frente a la reinfección por SARS-CoV-2? Eso se preguntaron los científicos del Programa de Investigación Biomédica y Núcleo de Investigación de Bioestadística, Epidemiología y Biomatemática del Weill Cornell Medicine de Qatar, en colaboración con el Ministerio de Salud Pública.
Los autores de la investigación, publicada en la prestigiosa revista científica The New England Journal of Medicine, concluyeron que la infección natural por SARS-CoV-2 proporciona una protección contra la reinfección significativa en aquellos casos en los que esta se ha producido por las variantes Alfa (B.1.1.7, detectada en Reino Unido), Beta (B.1.351, detectada en Sudáfrica) y Delta (B.1.617.2, detectada en India). Sin embargo la variante Ómicron (B.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), presenta numerosas mutaciones que pueden mediar en la evasión inmune.
Según determinaron los expertos, la eficacia de la infección previa por SARS-CoV-2 para prevenir la reinfección se ha definido como la reducción proporcional de la susceptibilidad a la infección entre aquellas personas que se habían recuperado de la Covid-19, en comparación con las que no se habían infectado. La infección previa por SARS-CoV-2 fue definida como un resultado positivo en una prueba PCR al menos 90 días antes de un nuevo resultado positivo en Covid-19.
Los investigadores explicaron que, con el objetivo de garantizar que se consideraran reinfecciones epidemiológicamente relevantes en el análisis, solo se han incluido como casos de estudio las infecciones documentadas con un valor de umbral de ciclo de PCR (Ct) de 30 o menos. En este sentido argumentan que la reinfección a menudo ocurre con síntomas insignificantes y valores altos de Ct. En base a esto se ha estimado que la eficacia de la infección previa para prevenir la reinfección se sitúa en el 90,2% en el caso de la variante Alfa, pero desciende hasta el 87,7% si hablamos de Beta. La cifra se eleva de nuevo hasta el 92% con la variante Delta, pero se desploma en el caso de Ómicron: 56%. Los responsables de este trabajo destacan que los análisis de sensibilidad confirmaron los resultados.
Si se observan los datos derivados de los pacientes reinfectados se puede determinar que la progresión a Covid-19 grave se produjo en un paciente infectado por la variante Alfa, en dos pacientes con Beta, ningún paciente con Delta y dos en el caso de Ómicron. Ninguna de las reinfecciones progresó a una enfermedad crítica. La efectividad en relación a la Covid-19 grave, crítica o mortal fue del 69,4% frente a Alfa, del 88% frente a Beta, del 100% frente a Delta y del 87,8% con Ómicron.
“Usamos un diseño de estudio de casos y controles con prueba negativa para evaluar la efectividad de una infección previa en la prevención de la reinfección sobre la base de un método que se había investigado y validado recientemente para la derivación de estimaciones sólidas para tales comparaciones. Además, realizamos análisis de sensibilidad que incluyeron ajustes por estado de vacunación y que excluyeron del análisis a las personas vacunadas. Los pacientes de casos (definidos como personas con resultados de PCR positivos) y los controles (definidos como personas con resultados de PCR negativos) se emparejaron según el sexo, el grupo de edad de 10 años, la nacionalidad y el tiempo calendario de las pruebas de PCR para controlar las diferencias conocidas en el riesgo de exposición a la infección por SARS-CoV-2 en Qatar”, expusieron los científicos autores del estudio.
Y concluyeron: “En general, en un estudio de una base de datos nacional en Qatar, encontramos que la efectividad de una infección previa para prevenir la reinfección con las variantes Alfa, Beta y Delta del SARS-CoV-2 fue sólida, en aproximadamente un 90%. Dicha protección contra la variante Ómicron fue menor, aproximadamente del 60%, pero aún considerable. Además, la protección de la infección previa contra la hospitalización o la muerte causada por la reinfección parecía ser sólida, independientemente de la variante”.